9 de julio de 2006

SISTEMA DE SALUD COMUNITARIO


En todas las culturas, han existido quienes a través del conocimiento verbalmente transmitido por sus antepasados, o por su capacidad de sugestión iniciaron las primeras prácticas curativas, mediante el uso de plantas, conjuros, pócimas y otros artificios.
Como ejemplo de lo anterior, se entrevistó a la Sra. María Teolinda Andrade, extrayendo el siguiente relato:
La señora María Teolinda Andrade es una persona de la comuna de Queilen que dedicó sus días de juventud al aprendizaje del cuidado y atención de la mujer en el periodo del parto, además de otros métodos en el arte de sanar.
La Señora María vivió gran parte de su vida en la isla de Tranqui, ubicada frente a Queilen, lugar donde fue la persona a quien recurrían las mujeres o sus familias en el momento de necesitar de sus conocimientos y habilidades para asistir a quien en esos momentos se veía afectado por alguna dolencia.
Actualmente la señora María vive en el pueblo, aquejada de una ceguera causada por las cataratas que le ha dejado su paso por esta vida, los que a pesar de todo, no le han podido secuestrar la lucidez.
Los conocimientos de la Sra. María le fueron traspasados por su abuela a quien acompañó muchas veces cuando esta acudía a atender en los sectores más apartados de la isla.
Fue en esas atenciones donde a través del ejemplo y la transmisión oral le entregaron los conocimientos que más tarde utilizó en múltiples oportunidades para preparan yerbas y atender partos de los cuales se le cuentan más de 50, con lo que se transformó en la partera más solicitada por la población de Tranqui. Para ello debía recorrer grandes distancias utilizando huellas de animales o por la orilla de la playa cuando la marea así lo hacía posible.
Su experiencia y habilidad le permitieron llevar a buen término la gran mayoría de los partos que atendió, a pesar que en más de alguna oportunidad y por complicaciones de prematuridad, o mortinato, esto no fue posible.
Cuenta que conocía el uso de plantas para favorecer la retracción uterina en el posparto y que una de las primeras cosas que hacía era darle leche a la mujer que se encontraba en trabajo de parto. Lo que concuerda con las tendencias actuales de impedir el ayuno para así evitar la acidosis por falta de ingesta de alimentos. Evidentemente la Sra. María no tenía en su mente la posibilidad una cesárea y los supuestos riesgo de aspiración de contenido gástrico durante la anestesia (afortunadamente).
En una de sus innumerables historias, cuenta que fue llamada durante la noche a atender a una mujer del sector de centinela que se encontraba con contracciones. Después de caminar durante 2 horas llegó a la casa de la mujer, encontrándola cansada y sudorosa a causa de las horas de trabajo de parto. Lo primero que hizo fue palpar el abdomen para verificar si el feto se encontraba en una posición adecuada, para luego evaluar las características de las contracciones. Una vez verificado lo anterior, procedió realizarle un aseo para limpiar la transpiración y solicitar comida para su paciente. El siguiente paso fue realizar masajes (que le había enseñado su abuela) para favorecer el descenso del niño. Cabe destacar que la señora María no realizaba tactos vaginales tal como los conocemos en la actualidad, ella dice que lo único que hacía era palpar para verificar sólo el avance de la cabeza, no para evaluar dilatación ni variedad de posición, ya que esto último lo conseguía tocando el abdomen. Una vez que asomó la cabeza recibió al niño tal y como se lo había enseñado su abuela, al que limpió y abrigó inmediatamente después de cortar el cordón umbilical. Una vez salida la placenta, procedió a darle las yerbas que para ese fin llevaba y masajear para evitar la hemorragia, lo que complementó con una faja confeccionada con una sábana, que en ese tiempo eran confeccionadas con las bolsas de los quintales de harina.
Como fue siempre la costumbre su pago consistió en un par de gallinas. En otras oportunidades, cuando los bienes de la familia escaseaban se pagaba con días de trabajo de parte del dueño de casa en algunas labores que ella requiriera, tales como ayudar en el tiempo de la siembra de papas, en la cosecha o alguna otra actividad que le retribuyera por la ayuda prestada.
Así como esta, fueron muchas las oportunidades en que la Sra. María aportó con su sabiduría al equilibrio de su comunidad, no sólo atendiendo partos, sino que también con el uso de medicinas naturales.
No fue un choque fuerte para ella la llegada de las postas a la isla con su correspondiente técnico paramédico y la ronda médica, debido a que en esos momentos había dejado su actividad como partera, no así el uso de plantas medicinales para ayudar a quien lo necesitará. Por otro lado, al poco tiempo de eso se trasladó a vivir al pueblo, donde había control de embarazo y las mujeres eran trasladadas a Castro para asistir el parto o eran atendidas en Queilen por una Matrona o un Médico.

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